domingo, 6 de diciembre de 2020

A Veces…

 


  Me salva el silencio, con,  la rendición del ego

Donde solemnemente  a  ese infinito Tiempo, me entrego

 

Y me siento tan feliz

Porque,  en un segundo,  se derrumban

Las hazañas predichas,  de lo que creo…

 

Me doy cuenta

Que el hombre

No nació para ser más grande,  que otro hombre

Que el poder,  no existe

Ni para servir,  ni obtener

 

Un lugar que regodee,  de los más exóticos

Placeres

 

Para detentar,  la fuerza de un alma, sobre la otra

Y salirse del cero abierto

que construye habitac,  para condensar las penas

 la alegría, la rabia,  la condena y,  la ironía, del placer

 

Ningún hombre,  aunque, grandioso

Podrá ser Rey

Porque nacidos y traídos, desde el mismo pozo

Por creerse grande,  Habrá de caer

 

 

 

 

Salvo, que,  sin predecir la altura

Que embarga,  la  implacable duda

Se desenvuelva e ilumine,  su propio papel

 

 

Pero,  no tema a prescindir,  de el

Y al alma limpie

Con cada nueva e iluminada  idea

Sintiéndose, como una nueva  enredadera

De,  su propia  piel

 

El trepar,  que lleva al cielo

Que encumbra,  lo que desea

Sin resistirse a la única manera

De Ser  perfecto,     en su infinito, Absolutamente Fiel…

 

 

María Verónica   Garcia