Será tal vez, que,
en, el crecimiento interno
Al estar cubierta la
verdad, las destrezas del propio
discernimiento,
Concentran más en los
dedos, al violín, a la guitarra,
El aire…
En el viento de las flautas,
La fuerza de ellos, en las teclas y juntos afinan
La piel,
También el alma,
Perfeccionan, se adaptan,
A una sutil trama
Conectan con otros hilos y
la grandeza se ensancha.
Cuando uno crece, el sonido
de ellos, se amplía, en sintonía, su garganta
Nuevo escalón…
Y siendo tan
diferentes, (con un solo ejemplo),
El ser y la guitarra,
Van abriendo un
camino,
El hombre, en ese
instante, es música refinada e
innata…
Lleva crecer,
el espacio del tiempo, que como
tiempo, se une a él y de sus herramientas se desembaraza..
Es todo oído, la miel de sus dedos y el pecho de su guitarra…
María Verónica García
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