En, la cosecha
No hereda vestigios, profanos
La idea no está solo
en la cabeza
Igual que la acción, que
encumbraran, sus, manos
En cada ser, fluye, la destreza y, el inmediato
intercambio
Desde su profunda
semilla, hacia la artera, en néctar,
con acordes, sutiles de soprano
Donde se cuece, el porvenir de la receta,
las asperezas, lo diáfano
Naciéndolos en, el adormecido Átomo,
su bendición o, su reclamo
Sostén, presa
Dúctil floración
O, desamparo...
Como, invocado a, presuntas, sutilezas
Registros de los derechos humanos
Frenando la insistente ley de sus cabezas
Estigmas, de los hombres sin recato
Con el fin de
ambicionar, la sopesada pobreza
Dejando que la mira
de sus brazos
Alienten lo holgazán
de sus proezas
Erigiendo la
inconciencia
Anteponiéndose a la
ciencia
Verbal, intensa,
a contramano,
Arrancando la
conciencia
Del dúctil labrador, afín, “hermano”
Nadie sabe para qué,
porque, han sobrevivido
A las guerras, negativas, palabras,
hechos del pasado
Saben, sienten estar,
vivas
Con un Fin, socavar la
inmediatez, con, falsos fines, amedrantando/
entregados
Es del labrador mayor
Que el futuro, este libre,
del hallazgo, aterrador
Que sobrevive en, la
verdad del armador...
En un
pincel, un cincel, del tamiz de las
magias del tapiz
Del hechizo
elaborado,
Bien sentido, bien
pensado...
Bien querido, bien
amado...
Y el fluido, se
reservará y renacerá, en las pócimas de un mar, ya
concebido
Por los más altos y perfectos pretendidos, Sabios,
Grados...
María Verónica García