La parte más sublime
de la historia
Dando paso, a, su
legado
Enfrenta sin prohibir lo denegado
Del alma blanca, hendiendo en, apretada trayectoria
Transcurre un tiempo sin pasado
El presente se acelera, en la victoria
En la mente del cegado
Al sufrir la verdad
subyacente, ante su gloria
Despierta la moral del acordado
Sin medir una idea
que, aleatoria
Sucumbe sin prohibir de su pasado
Un Altar, la fuente verdadera
El bien que se prolifera
La paz, que ya
suscribe intransitoria…
La maga de las lenguas prisioneras
Renace ante el Dios de la memoria
En
cúmulos nacientes, sin fronteras…
María Verónica García
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