La mano, la contiene,
no se quiebra
La paz se
extingue, frente al cielo..
La suerte, desvanece
sabiamente, la guerra…
Dos frentes desde el
sur, vinieron
Sobre un remanso que
agujereó la piedra
Del dorado, sus cenizas, sustrajeron
Urdimbre precipitando, la ciénaga
Los duendes de mis
dedos, frente a, un timbre
De las nieves, de los fuegos
Ante el Mago, que
bebió, la tierra
Se erigen, apuntando ciegos
A la cúspide del alma “Su Esfinge”
Y la idea de mal, con fervor, se cierra…
El negro del fin, por
fin se extingue
Ya sin manos, por
querer yacerla…
La eterna vida, su semilla espigue
Como el Blanco Dios, que por siempre, ha vivido en ella…
María Verónica García
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