Me gusta la poesía , para
aquellos, para mí, sin pagar , con suerte, el don de
figurar en una marquesina, mis letras
son primero, para el aire tibio que exhala una mañana de otoño, al ser tocada por las manos de los dioses, bendecida con los hilos de un violonchelo en las alas de la narina, viento fértil, sensación
de matices, de una pantalla sensitiva, al extremo
sensitiva, aunque estando en el mismo
lugar y con un solo pestañeo jugando a
que los ruidos son olas del mar bravío, donde pasan horas sin minutos y minutos
de largo, donde el tiempo se extingue para volver imperecedero, donde hay
solo aliento, cambiando la noche por el día o al revés , donde el amor
cuelga en las gotas de rocío su verdad, el empañado vidrio de la asunción
de la palabra en voz baja o el susurro sin piedad a ser arrollado por una boca,
la extrema sensación de sentir sin saber dónde resuena el beso y la caricia sin dudar los sentidos por la acción dirigida de coincidir, en surcos del tiempo que acuden al desmedir del espíritu, del nudo en el vientre en la
boca flagrante del mismo deseo, de la única e inevitable forma humana, que lo percibe.
María Verónica
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