Abiertas, las puertas del alba
Con descifrante fragancia
La luna se esconde!
Detrás de las sabanas, de la luz del sol
Mi cuello, como un cisne gira en derredor de la niebla
Sobre el calor de tus labios reposa la paz, incrédula
Y besándome en cada abrazo…
Mi piel se entrena…
Amante de la brisa del Amor intenso
Acúname, entre tus manos
Soy la pluma que ha legado el don
A la verdadera existencia de un poema
Brillo mágico, luz!... de una diadema
Blancor sagrado, en DO´
Derríteme que ha pasado el día
La noche ha bajado su velo
El purpura del ocaso deshiela las amarguras
Nada nos frena, de entre la agonía de no habernos tenido cerca
Sin miedos por habernos encontrado
Sin el temor de que algo nos aleje..
Tómame como la vez primera, el Amor que en mi yace
Virgen entre las vírgenes del cielo y en su presencia
Pura como el agua fresca
Ardiente magma que sale a la luz verdadera
Y hierve!.. por haberte visto en los sueños de las noches en vela
Ahora y frente a ti, se inundan mis ojos, mis palabras y termina la eterna condena
Para palpitar en dos tú pecho en el mío!... tus labios de flor a flor unidos
Las ramas de los dedos abriendo a las hojas nuevas…
Gotas de rocío…
En la delicada música!...latidos
En la punta de la anchura justa tu mirada y la mía
Perdidas!...
Volando en algún otro mundo mientras la nueva vida, nuestra vida!...
Se pierde de a dos formando uno, increíble!... ella misma dice y se extasía…
María Verónica García